Viajando a Bergen (Noruega)

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Hoy os voy a llevar a Noruega, más concretamente a la ciudad de Bergen (al oeste de la capital, Oslo). Esta entrada la dedicaré únicamente a la ciudad, que tiene suficientes actividades para realizar y estar ocupado uno o dos días. Ya en otro artículo hablaré de las dos excursiones que hice a través de los fiordos, con una comparativa de lo que ofrece cada una.

La elección de Bergen fue puramente económica, ya que me salía más barato el vuelo de Budapest (con Wizz Air) en comparación con Oslo, que hubiera sido la elección más lógica. Pero no me arrepiento de haber visitado Bergen, aunque quizás podría haber organizado mejor mi viaje y hacer un viaje exprés por la capital Noruega.

Para los que, como yo, no lo sabían, la ciudad portuaria está clasificada como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Quizás resultará familiar la foto que hay debajo de este texto.

Bryggen, muelle o embarcadero en noruego, es un barrio portuario con edificios que datan de los años 1700. Aunque su construcción es incluso anterior, pero los distintos incendios arrasaron con esas casas que están tan juntas. El último de ellos en 1955. En su sitio se construyó un museo y edificios con el mismo estilo.

Bryggen, la razón por la que Bergen tiene un patrimonio mundial de la UNESCO

El lugar en sí es bastante pequeño, pero es interesante ver la arquitectura de esos edificios de cerca. Pero no es la única actividad que se puede hacer cerca de Bergen, más allá de las excursiones en fiordos. La ciudad en sí también es encantadora y tiene edificios antiguos interesantes, aunque no tan pintorescos.

Pegado a la ciudad, está el monte Fløyen que es accesible a través de un funicular. Aparte de ofrecer unas vistas maravillosas de Bergen, también se puede perder uno dando un paseo a través de los árboles. Para los amantes de la naturaleza es casi una parada imprescindible.

Vistas de Bergen desde lo alto del monte Fløyen

Por mi parte, me perdí en el medio de la nada, a través de un camino que no recomendaría, salvo para los atléticos o los que tienen buenos pulmones. Eso sí, las vistas que tenía una vez llegado al punto más alto (ver las fotos más abajo) hicieron que no me arrepentí haber sudado un montón.

Ayudó que el tiempo estaba muy caluroso, y eso que estuve a finales de mayo pero parecía que ya se estaba en pleno verano. Las noches eran más cortas, a las 4 o 5 de la mañana ya era de día y anochecía pasadas las 10 de la noche. Una ventaja para los que quieren recorrer todo muy rápido.

Para rematar, hay que tener en cuenta que todo está muy caro, casi más que Suiza, y por lo tanto es mejor evitar comer siempre en un restaurante si estás con un presupuesto restringido. El plato más barato puede oscilar entre los 15 o 20 euros. Eso sí, se come muy bien. Sería la única pega que le encontraría a Bergen en todo el viaje.

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